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La coherencia del adulto preparado en los ambientes Montessori

  • 4 jul 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 25 may



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“(…) y estas semillas que se siembran hoy en el niño, germinarán más tarde.”

María Montessori


Los seres humanos deben atravesar distintos caminos en el sendero de la vida hasta

llegar a la adultez, y son las experiencias, las que conmemoran sus historias sentidas y

transcurridas, caminadas y anheladas, experimentadas y recorridas. En las posibilidades

que el ambiente les ofrece a estos y la conexiones que establecen con él, les permitió desenvolverse en los referentes y modos de vivir de una sociedad y cultura, a la que se han adaptado a lo largo del tiempo en dicho espacio, reproduciendo en las generaciones nuevas, con sus cambios temporales, toda la información que en algún momento les fue de vital importancia como niños.


Para María Montessori, el ambiente, además de ser esencial para el desarrollo y

crecimiento de los niños, debía tener actividades inteligentes que permitiesen a estos

aprender por sí solos, por sí mismos, y una vez recibían las instrucciones de cómo llevar a cabo la actividad por la Guía, para adquirir los conocimientos que posteriormente lo conectarían con su vida social y cultural, a través de la repetición consolidaban un aprendizaje significativo, para toda la vida.


El acompañamiento educativo va más allá de una transmisión comunicativa de conocimientos, y son los adultos quienes precisan abrirse al mejoramiento de sus vidas estableciendo coherencia para lograr guiar como maestros-educadores, la vida de los niños. La Dra. Montessori decía: "los niños a diferencia de nosotros los adultos que adquirimos los conocimientos por nuestra inteligencia, estos, lo hacen con su mente dispuesta a absorber de todo aquello que el ambiente le permita conocer, explorar, experimentar, sentir y aprender." Aprovechar esa disposición desde la posición del adulto, enriquece y fortalece los tejidos neuronales y las conexiones sinápticas para que nuestro cerebro y cuerpo, como instrumento de investigación y aprendizaje, contribuyan a los saberes y conocimientos del universo humano, desde la labor de educar. (M. Montessori, La mente absorbente del niño, 42)


El desarrollo psíquico en los niños, muestra cómo a través de sus primeros

movimientos comienzan a tomar referentes de su ambiente y a hacer consciencia de lo

que los rodea, estableciendo así las conexiones neuronales que les permiten dar sentido y

comprensión a los contextos en los que nacen. Montessori, observó que estas

capacidades innatas de los niños funcionaban y operaban según la exposición de

estímulos a los que su mente estuviese dispuesta a adaptarse para integrarse al

sistema cultural, social, religioso, etc., de su vida cotidiana. La experiencia con el

ambiente, menciona en La mente absorbente del niño, hace que los niños estén

dispuestos a transformar sus registros inconscientes a un plano consciente, que solo

logra alcanzar en sus esfuerzos y el trabajo que realiza por comprender ese

conocimiento con el que tiene interacción, convirtiéndose así en hombre, refiriéndose a que finalmente en el cumplimiento de sus períodos de crecimiento, llega a ser, un ser humano. (M. Montessori, 2015)


Conectando con lo anterior, Montessori, en diversos escritos se planetaba por la

interrogante del futuro de la humanidad, tal cuestionamiento, la llevó a reflexionar, no

solo por la época bélica que vivió, sino por la capacidad de observación hacia los niños

que fue la que le permitió dar origen a un método educativo que hoy es aplicado,

estudiado, trabajado y enseñado alrededor del mundo con el fin de lograr mejores

procesos de aprendizaje y vida, sobre hechos que en su fundamento y pensamiento,

hoy narrados, en sus libros como memorias, de qué las vías para una sociedad más

pacífica era atender a las necesidades vitales de los niños de forma que estos en su

desenvolvimiento como seres sintientes, pudiesen explorar el mundo en sus tamaños,

sabores, colores, olores, sensasiones y percepciones de múltiples formas, a su libre

elección, como una forma de germinar en estos, la autonomía que les dará el control

propio para luego ser responsables de su propio aprendizaje para la vida.

Nos invita a hacer conciencia de que es el adulto en el rol de educador, el que tiene el

deber, para llegar a ser un maestro Montessori, es “el renunciar a la propia

omnipotencia y convertirse en jubiloso observador. Si el maestro es en verdad capaz

de alegrarse al ver cómo todo nace y crece ante sus propios ojos, y se viste con el

manto de la humildad, le esperan muchos placeres que le son negados a quienes se

proclaman infalibles y autoritarios frente a su clase. (M. Montessori, La educación de

las potencialidades humanas, 88-89)


Con esto, deseo concluir que, así como Montessori invita a los adultos a trabajar en

ellos para ser un guía en el proceso de vida de los niños, considero que sus

conclusiones y manifestaciones desde la experiencia en la educación, son una mano

amiga para la humanidad de deja como huella el saber aportar desde la ciencia y el

amor, maneras de aproximarnos al conocimiento para que al entregarlo a los niños estos

puedan a su vez participar, como ella dictaba, en la vida de los adultos, es entonces, un

trabajo en doble vía el papel de la educación, pues el adulto aprende del niño al

seguirlo, y este a su vez se transformará en uno que en los ciclos vitales dará sentido a

las lógicas cotidianas de su existencia. (M. Montessori, La formación del hombre,1949)


BIBLIOGRAFÍA


M. María. (2015) La mente absorbente del niño. Amsterdam: Montessori-Pierson

Publishing Company

M. María. (1948). La educación de las potencialidades humanas. Ámsterdam:

Montessori-Pierson Publishing Company

M. María (1949/1986). Formación del hombre. Ámsterdam: Montessori-Pierson

Company

 
 
 

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María Montessori

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